Playas chilenas: más de un siglo y medio de abandono
Por Carolina Martínez, directora Observatorio de la Costa, académica Instituto Geografía UC.
Durante el verano pudimos ver una vez más las evidencias del fenómenos como el cambio climático y la intervención antrópica en nuestras costas: problemas en playas donde se construyen cabañas VIP, proyectos inmobiliarios sobre las playas y otras intervenciones que no consideran los efectos de fenómenos como el cambio climático y el aumento del nivel del mar, que ya son una realidad en nuestras costas. Según nuestros últimos estudios, el 86% de las playas entre Arica y Puerto Montt presentan erosión, agravada por marejadas que en los últimos 6 años han sido intensas y persistentes, pero también por la urbanización desenfrenada que afecta a humedales costeros, campos dunares y cuencas hidrográficas.
Pese a esto, a comienzos de febrero pudimos ver cómo se instaló una cancha desmontable para deportes en la playa de Reñaca, lo que implicó una serie de trabajos con maquinaria y traslados de áridos ajenos a la playa en el Sector 1, cerca del estero Reñaca. Esta situación, que altera la estabilidad de la playa, es una más de numerosos conflictos y pone la voz de alerta sobre cómo se gestionan los bienes de uso público en nuestras costas, con playas altamente erosionadas e impactadas por el cambio climático.
Reñaca es un ejemplo de estos impactos. Es una de las playas turísticas del litoral central con mayor número de visitantes en el verano, pero está afectada por una tasa de retroceso de -0,37 metros por año. El lugar donde se levantó la cancha, además, está justo donde las marejadas sobrepasan más la playa, inundando la calle principal. Esto da una idea del escaso poder de mitigación que está teniendo esta playa frente al oleaje extremo y la fragilidad de este ecosistema vulnerado por la actividad humana.
De acuerdo a información que pudimos recoger en ese momento, la Capitanía de Puerto de Valparaíso autorizó esta cancha al concesionario sin siquiera fiscalizar la obra ni manejar criterios técnicos para su aprobación. Por otro lado, el municipio tampoco tenía antecedentes sobre esta construcción. ¿Con qué criterios se están entregando -y fiscalizando- las concesiones marítimas en Chile?
Dominio público
Considerando que los países que han conseguido adaptarse mejor al cambio climático cuentan con modelos de gobernanza costera exitosos, incluyendo leyes de costas donde el dominio público es reconocido para playas, humedales y campos dunares, cabe preguntarse por qué en Chile esto no ocurre. El problema radica en que nuestro ordenamiento jurídico no reconoce el dominio público de la zona costera, como sí ocurre en la mayor parte de los países de la OCDE.
Para delimitar aquello que se puede o no se puede intervenir, en nuestro país todavía se utilizan los conceptos recogidos por Andrés Bello en el Código Civil de 1855. Un ejemplo es la definición de “playa del mar”, que el ilustre intelectual venezolano consagró en el artículo 594 del mismo Código, establecida como “la extensión de tierra que las olas bañan y desocupan alternativamente hasta donde llegan en las más altas mareas”.
Si bien es indudable el valor poético del precepto, no corresponde a lo que la ciencia ni el sentido común entienden por playa ni por costa, de modo que urge su reforma. Pero además de entender lo que realmente es una playa, se requiere un manejo integrado de la costa: actualmente las concesiones marítimas y de acuicultura son entregadas por la Subsecretaría para las Fuerzas Armadas, dependiente del Ministerio de Defensa, que no tiene competencias en ordenamiento territorial de la zona costera.
¿Cómo alcanzar estándares de desarrollo sostenible comparables a los países de la OCDE teniendo una legislación centenaria? Durante 170 años la costa no ha sido objeto de atención, pero hoy ante su evidente deterioro, el Estado de Chile debe considerar la zona costera como un tema de interés nacional en su agenda pública. Solo llenando de forma urgente esta vergonzosa brecha normativa, podremos preservar la vida, nuestras playas y los ecosistemas que las sostienen.